Correos de funcionarios del ministerio de Salud muestran meses de discrepancias entre decesos por covid-19 informados y los que se manejaban dentro de la cartera
Una serie de reportajes del Centro de Investigación Periodística (Ciper) dieron cuenta de decisiones respecto a la recomendación de un medicamento para el tratamiento del virus; los parámetros para considerar las muertes por este motivo, y más.
El Centro de Investigación Periodística (Ciper) dio a conocer, durante las últimas horas, nuevos antecedentes relacionados al manejo de la pandemia por covid-19 durante la administración del expresidente Sebastián Piñera. La información tiene como antecedente la entrega de correos electrónicos que enviaron y recibieron las autoridades sanitarias.
Parte de las decisiones que habrían ido en contra de las recomendaciones médicas fue el uso de cloroquina: Sylvia Santander, jefa de la División de Prevención y Manejo de Enfermedades del ministerio de Salud (Minsal) advirtió que el medicamento, en abril de 2020, había sido sugerido para el tratamiento de personas con el virus sin un beneficio demostrado y con «la posibilidad de efectos adversos potencialmente serios».
Por lo anterior, la especialista recomendó que «no debería ser utilizada de rutina en personas con covid-19», además de sugerir que como medicamento sea sacado de una circular ya distribuida.
Pese a lo anterior, en 22 de abril el Minsal abrió una licitación en Mercado Público para adquirir 16 millones de dosis, la que fue adjudicada en octubre de 2020 por el laboratorio Munnich Pharma Medical Limitada por $3 mil millones (un costo de 229,79% más de lo previsto).
«Desde mayo y hasta junio de 2020 se registran al menos ocho correos electrónicos enviados por Valentín Díaz Gracia, director de Cenabast, a la subsecretaria Paula Daza, en los que se menciona el ingreso de hidroxicloroquina al país y su disposición para tratamientos de Covid-19. Esto, a pesar de que el 9 de abril de ese año, el ministro Jaime Mañalich dijo en el reporte diario del Minsal, que no recomendaba su uso, ya que no había registros ‘suficientemente sólidos del uso de hidroxicloroquina en pacientes afectados por Covid-19’ y que su utilización debía ‘restringirse a pacientes graves en unidades de tratamiento intensivo hospitalizados'», se lee en el reportaje.
Contabilización de casos
Un mes después del primer caso de covid-19 registrado como tal en el país, la diferencia de decesos informados a la población y los internos del propio Minsal eran «insostenibles«.
Según los correos institucionales, el 12 de mayo la diferencia entre lo que se decía y lo que se sabía dificultaba incluso el trabajo de los especialistas. Lo escribió Rodrigo Fuentes, jefe del Departamento de Epidemiología, a Johanna Acevedo, jefa de la División de Planificación Sanitaria:
“Tenemos el siguiente problema con nuestro informe epidemiológico corto. Ya no podemos seguir ajustándonos al conteo de fallecidos que realiza el Ministro. La diferencia entre la cifra de fallecidos que tenemos en Epivigila vs. la cuenta pública del Ministro sigue aumentando. Específicamente no podemos hacer la tabla 4 del informe (y varios otros gráficos y tablas que ocupan esta cifra y que tenemos a mano), razón por la cual no pudimos publicar el informe ayer hasta no tener claridad de esto”.
En mayo la diferencia era de 77; en julio, fueron de más de mil.
La falta de coordinación entre los distintos sistemas de medición hasta dejaba en uno de los sistemas a alguien con vida, pese a que había fallecido por covid-19.
El ministro de Salud de la época, Jaime Mañalich, solo consideraba un examen PCR positivo del fallecido, además que se consignara en el certificado de defunción: luego, con su reemplazo, el ministro Enrique Paris instruyó que también se consideraran los «cuadros clínicos atribuibles al covid-19».
“El análisis que hizo DEIS efectivamente obedece a una evaluación de la calidad de los datos que hace rato debiésemos haber hecho, pero que por tiempo no hemos podido concretar. Estoy seguro que si revisamos con detalle, hay muchos registros que no tienen coherencia interna (por ejemplo, casos descartados con PCR positiva). Este fin de semana quiero hacer un análisis exhaustivo de la base completa (si el tiempo me lo permite y mi PC también) para detectar todas estas incongruencias en los datos. Estoy seguro de que van a ser muchos registros con información que necesita ser corregida, y dependemos de que las SEREMI puedan apoyar en este proceso, pero dudo que lo hagan, aunque se los enviemos (hemos detectados casos duplicados por semanas que aún las regiones no han eliminado). Hay que ver alguna estrategia para mejorar la calidad de nuestros datos y la forma rápida para corregirlos”, le advirtió Fuentes por correo.
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