Scrotox: el íntimo tratamiento estético masculino que genera debate en la medicina
De forma rápida y sin bisturí, promete menos sudor y más comodidad.

Getty Images - Referencial
La medicina estética ha trascendido género y los límites faciales para adentrarse en territorios antes inexplorados, abriendo mercados y ofreciendo opciones interesantes al público.
En esta expansión, existe un procedimiento que genera tanta curiosidad como polémica: la inyección de toxina botulínica en el escroto, un tratamiento que desafía tabúes y abre interrogantes sobre los límites de la medicina contemporánea.
Las clínicas de medicina estética reportan una demanda creciente por procedimientos en zonas genitales, aunque los pacientes frecuentemente abordan estas consultas con discreción.
Lo relevante es que esta tendencia no responde únicamente a motivaciones estéticas superficiales, sino que se vincula con aspectos funcionales: reducción de la sudoración excesiva, mejora en la percepción de comodidad y confianza personal.
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Mecanismo fisiológico
La toxina botulínica tipo A actúa bloqueando la liberación de acetilcolina, una sustancia responsable de la contracción muscular y la activación de glándulas sudoríparas.
Cuando se inyecta mediante microinyecciones de precisión, logra relajar la musculatura subcutánea, generando una apariencia más lisa y, en reposo, una ilusión de mayor tamaño. Se apunta a músculos asociados como el dartos o el cremaster.
Pero el impacto trasciende lo visual: muchos pacientes reportan alivio significativo en la sudoración excesiva, un problema que representa una fuente considerable de malestar diario.
Un elemento crucial es la temporalidad de los resultados. Los efectos persisten entre tres y seis meses, después de lo cual la actividad muscular se restablece gradualmente.
Esto significa que quienes deseen mantener los beneficios deben someterse a retoques aproximadamente dos veces al año.

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Las alertas científicas
A pesar de reportes favorables sobre seguridad en humanos, la comunidad científica mantiene cautela. Estudios en animales revelaron que este tipo de aplicación de toxina botulínica puede alterar la espermatogénesis y afectar parámetros espermáticos.
Los efectos secundarios documentados son generalmente leves: inflamación local, enrojecimiento, hematomas y pérdida temporal de sensibilidad. Sin embargo, en casos aislados se han reportado resultados estéticos no deseados, como exceso de flacidez.
Los médicos y urólogos especialistas enfatizan en la necesidad de abordar estos procedimientos mediante evaluación caso por caso, involucrando siempre la supervisión de profesionales especializados en medicina sexual y urología.
La perspectiva exclusivamente estética, sin consideración de variables médicas más amplias, es rechazada por especialistas serios en este campo.
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