¿Qué tan “sucio” puede estar un barbudo? La ciencia responde
Desde hace más de 50 años, se ha investigado el vínculo entre la barba y la retención bacteriana.

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Las personas con barba han sido por mucho tiempo objeto de recelo, vistos por algunos como elegantes y por otros como propensos a la suciedad. ¿Pero qué tan sucio es realmente un rostro poblado de vello facial?
Lo primero a tener en cuenta es que la piel humana alberga miles de millones de microorganismos, y la barba crea un ambiente cálido y húmedo ideal para que prosperen.
Algunas investigaciones un poco más directas incluso señalan que los retretes promedio pueden tener menos gérmenes que una barba típica.
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Sin lugar a dudas, este tipo de consideraciones y datos entregados por diversos especialistas generan debate entre la ciudadanía y pone sobre la mesa la discusión por la higiene detrás de un barbudo.
Estudios recientes destacan cómo la barba proporciona un espacio donde se acumulan sebo, restos de comida y humedad, lo que favorece la proliferación microbiana, especialmente al tocar el rostro con las manos, repletas de contaminantes.
Desde hace más de 50 años, se ha investigado el vínculo entre la barba y la retención bacteriana. Un estudio de 1967 concluyó que el vello facial retenía bacterias y toxinas incluso tras lavarse, lo que impulsó la creencia de que puede ser un reservorio patógeno.
Consideraciones clínicas
La controversia es aún mayor entre los profesionales de la salud, quienes abordan la temática desde una perspectiva mucho más específica y particular.
Investigaciones han detectado, en algunos casos, cargas bacterianas más elevadas en barbudos comparados con hombres rasurados.
En un curioso experimento comparativo, todas las barbas analizadas mostraron más microbios que el pelaje de perros, lo que llevó a los investigadores a concluir.
No obstante, hay evidencia en sentido contrario. Un vasto estudio con más de 400 trabajadores sanitarios no halló diferencias significativas en colonización bacteriana entre barbudos y rasurados.
Sorprendentemente, los primeros tenían menos casos de Staphylococcus aureus, bacteria ligada a infecciones nosocomiales, y no se registraron más infecciones en pacientes asistidos por cirujanos con barba que usaban mascarilla.
Riesgos reales, pero localizados
La barba puede facilitar afecciones cutáneas, como dermatitis o foliculitis, y hasta facilitar contagios de enfermedades, especialmente si se descuida la higiene. En casos muy extremos, se han detectado piojos púbicos en barbas sin una higiene adecuada.
Dermatólogos y microbiólogos coinciden en que mantener la barba limpia y bien cuidada minimiza la mayoría de riesgos. Se recomienda:
- Lavado diario con agua tibia y jabón o champú específico.
- Hidratación de la piel para prevenir irritación.
- Peinado para eliminar residuos y controlar el vello suelto.
- Recorte frecuente para evitar acumulaciones o puntas abiertas
Según la microbióloga Shari Lipner, de Weill Cornell, y Kimberly Davis, de Johns Hopkins, el simple hecho de que la barba aloje microorganismos no significa que haya un peligro, a menos que el vello esté asociado a heridas o se use de forma negligente.