El Municipal conmemoró en grande los 150 años de Maurice Ravel
Obras del compositor francés, más ‘Petrushka’ de Igor Stravinsky, fueron magníficamente interpretadas por la Filarmónica de Santiago dirigida por el maestro Helmuth Reichel Silva.
Uno de los más vistosos aniversarios musicales de este 2025 corresponde a los 150 años de Maurice Ravel (1875-1937), cuyo sensorial lenguaje lleno de color y vitalidad sigue cautivando a las audiencias del siglo XXI.
La Orquesta Filarmónica de Santiago le dedicó su sexto concierto de temporada, que contó con la batuta de Helmuth Reichel Silva, uno de los más expertos directores chilenos, quien vive en Alemania.
Un potente encuentro en el Municipal de Santiago, que se desarrolló en tres partes, comenzando con la Suite No.2 del ballet ‘Dapnhis et Chloé’. Muchos nos preguntamos cuando será el día que podamos escuchar en Chile la partitura completa, idealmente con coreografía. Es una obra magistral de orquestación y la presente suite recoge los momentos finales de la obra original.
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El inicio fue lo más logrado, encontrándose director y músicos en una perfecta conjunción de fineza musical, que fue resaltada por las voces individuales de la orquesta, especialmente el solo de flauta de la sección central en manos del músico español Carlos Enguix.
Manteniendo la excelencia musical enseguida subió a escena Danor Quinteros, quien se ha posicionado como uno de los más prolijos pianistas de Chile, para ser solista en el raveliano Concierto en Sol, lograda destilación de modernismo temprano con elementos clásicos, abarcando incluso guiños al jazz en los movimientos primero y tercero.
Quinteros volvió a mostrar de que es capaz de tocar obras exigentes y lograr óptimos resultados. La cuasi-meditación del movimiento central terminó siendo un momento sublime, gracias al buen complemento por parte de la orquesta. Los aplausos obtenidos llevaron al pianista a un breve pero significativo bis, y una pieza de Lili Boulanger, tremenda compositora que solo vivió 24 años.
Al final, la orquesta dio cuenta de su excelencia en la intrincada partitura de ‘Petrushka’ de Igor Stravinsky, que tal como ‘Daphnis’, sería muy interesante ver representado en ballet. Conocida por su complejidad rítmica y su rica orquestación, fue ejecutada certeramente por los músicos. Reichel Silva dio cuenta de un profundo estudio de la obra, y su manejo del desarrollo musical se mantuvo parejo.
La química y cohesión entre los músicos fueron evidentes, lo que permitió una interpretación poderosa, que logró conectar emocionalmente con el público, algo demostrable tras los calurosos aplausos al cierre.