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Sinfónica Nacional se despidió del Teatro U. de Chile con emocionante concierto

El carismático Paolo Bortolameolli dirigió el evento que incluyó obras de Shostakovich y Letelier, junto a la soprano Pilar Garrido. La orquesta ahora se prepara para la inauguración de su moderna nueva sala.

Sinfónica Nacional se despidió del Teatro U. de Chile con emocionante concierto. Crédito: Jacqueline Uribe

Sinfónica Nacional se despidió del Teatro U. de Chile con emocionante concierto. Crédito: Jacqueline Uribe

El sueño empieza a concretarse. La Orquesta Sinfónica Nacional de Chile se despidió del Teatro Universidad de Chile (otrora Teatro Baquedano), y ya empieza a prepararse para su nueva sala de conciertos de Vicuña Mackenna 20, mientras que su ahora ex casa quedará para el Ballet Nacional Chileno.

La orquesta había llegado este recinto de tan privilegiada ubicación en 1987. Son entonces casi cuatro décadas de conciertos memorables, y es inevitable llegado este punto, ponerse a recordar hitos y momentos de gloria de la principal orquesta del país.

Este concierto de cierre de ciclo estuvo marcado también por aniversarios. Por un lado, conmemoró los 80 años del Premio Nobel otorgado a Gabriela Mistral, y también el cincuentenario del fallecimiento de Dmitri Shostakovich (1906-1975), compositor altamente apreciado por el público y que ha sido constantes en los repertorios de la orquesta.

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En la batuta, el mediático Paolo Bortolameolli, quien sacó adelante un concierto de alto nivel artístico y emocional. Tras los discursos de Dominique Thomann, directora del CEAC, entidad que administra la orquesta; y de Alberto Dourthé, en representación de los músicos, la música llegó con la primera de tres partes de ‘Los Sonetos de la Muerte’ del compositor nacional Alfonso Letelier (1912-1994).

La ascendente soprano chilena Pilar Garrido dio cuenta de todo el enorme progreso que ha tenido en el último tiempo para esta sensible musicalización de la poesía de Mistral. Vía dicción clara y muy expresiva, su cálida voz estuvo a la par de la parte orquestal, coloridamente armada por Bortolameolli.

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De Shostakovich llegó la esperada Sinfonía No.10 de 1953, una pieza llena de contenido subliminal que la hace sumamente atractiva, a la vez que enigmática. Es conocida por su intensidad y profundidad, reflejando la turbulencia política y personal del compositor durante la era soviética. Consta de cuatro movimientos que llevan al oyente a un viaje emocional intenso y variado.

Desde el primer movimiento, Moderato, el director demostró su habilidad técnica y su compromiso con la música. La interpretación por parte de los músicos fue precisa y emocional. La batuta segura y expresiva de Bortolameolli guio a la orquesta a través de los pasajes más intrincados, con una claridad y una pasión que conmovieron al público.

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Sinfónica Nacional se despidió del Teatro U. de Chile con emocionante concierto

El segundo movimiento, Allegro, fue particularmente destacado, con un ritmo vertiginoso y una energía contagiosa que mantuvo a la audiencia en vilo. La sección de cuerdas brilló en los temas melódicos, mientras que los metales y los percusionistas aportaron un toque energético.

El Allegretto ofreció un respiro lírico y melancólico, con una belleza y una delicadeza que contrastaron con la intensidad de los otros movimientos, mientras que el Finale cerró la sinfonía con una resolución impresionante.

La tensión y la emoción se acumularon hasta un clímax apoteósico, y es inevitable hacer el nexo con la Quinta Sinfonía del mismo compositor que Bortolameolli ofreció en marzo pasado en el Municipal, lo que refuerza la íntima conexión de este director con el compositor ruso.

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