Esto podría significar tener muchas plantas al interior de la casa, según la psicología

Tener la casa llena de plantas no solo es una tendencia estética o una forma de estar en sintonía con un estilo de vida ‘eco-friendly’; también puede reflejar aspectos profundos de la personalidad.

Esta situación puede influir en la salud mental y reforzar el sentido de propósito. Así lo sugieren diversos estudios psicológicos que han analizado el vínculo entre las personas y el mundo vegetal.

En redes sociales, abundan las imágenes de interiores decorados con macetas, hojas brillantes y jardines improvisados. Pero más allá de la apariencia, este fenómeno tiene raíces emocionales y psicológicas.

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Bajo esta línea, el Centro de Psicología y Salud Mental ADIPA México señala que cuidar incluso una sola planta favorece la presencia consciente, ayuda a enfocarse en el aquí y el ahora, y puede generar un sentimiento de conexión y orgullo.

“Actividades como la jardinería en casa proporcionan un sentido de propósito, ya que este proceso, que va desde plantar una semilla hasta observar su crecimiento, genera una sensación de orgullo y conexión”, explican en la institución.

Implicaciones profundas

Desde una perspectiva más amplia, estudios realizados por universidades en Moscú revelan que el apego a la naturaleza se asocia con valores morales profundos.

Según el análisis citado por Sam Moreton, “la conexión emocional con la naturaleza está estrechamente vinculada con la trascendencia personal y la moralidad”.

El informe también destaca que las mujeres tienden a establecer una relación más fuerte entre sus plantas y sus motivaciones éticas, reforzando la idea de que estas interacciones con el entorno natural reflejan una actitud de respeto hacia la vida, como planteaba el filósofo Albert Schweitzer.

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El bienestar emocional también se ve influido por estas prácticas. Para quienes viven en zonas urbanas, cuidar plantas representa una forma accesible de reconectar con la naturaleza.

“Las plantas son concebidas como compañeras que ofrecen calma, estabilidad y consuelo emocional”, concluye el estudio. Además, muchas personas encuentran en esta actividad una válvula de escape contra el estrés diario, desarrollando paciencia, sensibilidad y una necesidad de protección.

Esta función terapéutica también ha sido abordada por Marjolein Elings, investigadora de la Universidad de Wageningen, quien descubrió que la jardinería tiene el poder de “ofrecer paz y tranquilidad”, pero además puede “mejorar las relaciones interpersonales y fomentar la autoaceptación”.

En pacientes con agotamiento crónico o estrés postraumático, el contacto con la tierra y las plantas ha demostrado reducir la presión arterial y favorecer la inclusión social.

Un valor emocional

El valor emocional de la vegetación dentro del hogar también se manifiesta en aspectos cotidianos como el trabajo o el estudio remoto. La psicóloga Evangelina Arellano, del Tec de Monterrey campus Sinaloa, sugiere que tener plantas en el espacio personal “contribuye a liberar tensiones, mejorar la concentración y fomentar un ambiente más armonioso”.

Añade además que “cuidar plantas fomenta una conducta responsable y una conexión más profunda con el entorno natural, lo que puede traducirse en una mayor sensación de paz y energía, generando a su vez felicidad”.

Incluso el color verde tiene un impacto relevante. Según la Psicología del Color, se asocia con la creatividad, la calma y el equilibrio, lo que lo convierte en una elección natural para quienes buscan armonizar sus entornos.

Así, según sostiene la psicóloga ambiental Sally Augustin, rodearse de vegetación puede ser indicio de una personalidad “organizada y armoniosa”, que busca mantener el orden y la vitalidad en la vida cotidiana.