“Si una persona es gay y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgar?”: el día en que el Papa Francisco encendió la curia y abrió la Iglesia
Desde un avión rumbo a Roma en 2013, Francisco envió un mensaje de inclusión que se volvió símbolo de su pontificado, donde también habló del rol de las mujeres y los jóvenes.

“Si una persona es gay y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgar?”: el día en que el Papa Francisco encendió la curia y abrió la Iglesia / Vatican Pool
El 29 de julio de 2013, a bordo del avión papal y tras su primera gira internacional por Brasil, el entonces Papa Francisco pronunció una de las frases más recordadas de su pontificado: “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?”. Una declaración que marcó un giro en la forma en que la Iglesia Católica se refería públicamente a las personas homosexuales.
Durante la conferencia de prensa que ofreció en el vuelo de regreso desde Río de Janeiro, Francisco abordó temas sensibles frente a un grupo de periodistas. Consultado por la existencia de un supuesto “lobby gay” en el Vaticano, el Papa reafirmó la doctrina católica que distingue entre la orientación homosexual —que no considera pecado— y los actos homosexuales —que la Iglesia sigue calificando como tales—. Sin embargo, abogó por una mirada más inclusiva: “El Catecismo lo dice claramente. No deben ser marginados, sino integrados en la sociedad”.
Las palabras del pontífice contrastaron de inmediato con la postura de su predecesor, Benedicto XVI, quien en 2005 firmó un documento que prohibía la ordenación de hombres con “tendencias homosexuales profundamente arraigadas”. Francisco, en cambio, llamó al perdón y a dejar atrás los juicios. “Debemos ser hermanos”, afirmó.
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No obstante, el Papa también criticó el actuar de ciertos grupos organizados. “El problema no es tener esta orientación, sino el lobby, los grupos de presión, ya sean políticos, masónicos o de cualquier tipo. Eso es lo que genera conflictos”, puntualizó.
En esa misma conversación, Francisco también se refirió al rol de la mujer en la Iglesia, señalando que su participación debía ir más allá de tareas auxiliares: “No podemos limitar el papel de la mujer a ser monaguillas o presidentas de organizaciones benéficas. Tiene que haber más”. Aun así, descartó la posibilidad de que las mujeres pudieran acceder al sacerdocio, señalando que “esa puerta está cerrada”.
El Papa también respondió preguntas sobre la transparencia del Banco del Vaticano, adelantando que estudiaría todas las opciones, incluso su eventual cierre, si no era posible reformarlo.
Durante su paso por Brasil, Francisco participó en la Jornada Mundial de la Juventud, donde más de tres millones de personas se congregaron en la playa de Copacabana. La gira estuvo marcada por la cercanía del pontífice con la gente, incluso en situaciones imprevistas, como cuando su chofer tomó un camino errado y fue rodeado por una multitud. “No tengo miedo. Sé que nadie muere antes de tiempo”, dijo entonces con serenidad.
Ese mismo día, el Papa concedió una entrevista al programa Fantástico de TV Globo, en la que volvió a destacar la importancia de escuchar a los jóvenes. “El joven es inconformista por esencia, y eso es muy hermoso. Hay que darles espacio, pero cuidando que no sean manipulados”.
Sus palabras sobre los homosexuales marcaron un antes y un después en el discurso eclesial, y hoy, tras su fallecimiento, son recordadas como uno de los gestos más emblemáticos de su apertura pastoral y su visión de una Iglesia más cercana a las personas.