En lo que sería su última manifestación pública antes de su fallecimiento, el papa Francisco expresó su intención de participar en la tradicional bendición urbi et orbi durante el Domingo de Resurrección (20 de abril), pese a su frágil estado de salud. A sus 88 años, Jorge Mario Bergoglio aún se recuperaba de una infección respiratoria que lo mantuvo hospitalizado por más de un mes en el hospital Gemelli de Roma. Aunque no asistió a los principales ritos de la Semana Santa, su nombre figuraba en el programa oficial del Vaticano para el domingo 20 de abril. La Santa Sede indicó que su presencia se evaluaría hasta último momento, pero que, de concretarse, el Papa solo impartiría la bendición final desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, mientras que su mensaje sería leído por un colaborador. Durante los días previos, el pontífice había realizado una de sus pocas apariciones públicas al visitar la cárcel de Regina Coeli el Jueves Santo. Al ser consultado sobre cómo vivía esta Semana Santa, respondió con serenidad: “La vivo como puedo”, reflejando tanto su espíritu de entrega como las limitaciones físicas que enfrentaba. Finalmente, el día después de esa conmemoración pascual, el Vaticano confirmó la muerte del papa Francisco a las 07:35 horas del lunes 21 de abril. Su fallecimiento fue anunciado por el camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrel, quien destacó su vida dedicada al servicio de los más pobres, su amor por la Iglesia y su fidelidad al Evangelio. Con su última voluntad de estar presente en una de las ceremonias más emblemáticas del catolicismo, el papa Francisco reafirmó hasta el final su compromiso pastoral y espiritual con la comunidad mundial.