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Viena celebra importantes aniversarios musicales

El Musikverein de la capital austriaca, una de las más importantes salas de concierto del mundo, celebró a los compositores Anton Bruckner y Arnold Schoenberg, en dos eventos en que estuvo presente ADN.

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Viena celebra importantes aniversarios musicales

Viena celebra importantes aniversarios musicales / Julia Wesely / Musikverein

2024 fue el año de dos significativos hitos conmemorativos: los 200 años de Anton Bruckner, y los 150 años de Arnold Schoenberg. Y cómo en el hemisferio norte las temporadas de orquesta abarcan el segundo semestre de un año y el primero del siguiente, todavía hay espacio para la celebración de este par de trascendentales compositores.

Fue en Viena, la ciudad donde ambos creadores consolidaron sus carreras, donde se vivieron engalanados homenajes con un poco menos de una semana de diferencia, en manos de dos de las orquestas más importantes de la capital austriaca (y del mundo), como son la Filarmónica de Viena (Wiener Philharmoniker) y la Sinfónica de Viena (Wiener Symphoniker). Todo en uno de los espacios más emblemáticos de la música clásica a nivel mundial, el salón dorado del Musikverein, eventos en los cuales estuvo ADN presente.

La Filarmónica de Viena, una de las más antiguas del mundo en continuo funcionamiento, ha visitado en numerosas ocasiones Sudamérica, pero solo en 2018 debutó en Chile. De la mano del experimentado director italiano Riccardo Muti, habitual colaborador de la orquesta, ofreció un contundente programa en que el atractivo principal fue la Sinfonía No.7 de Bruckner.

Antes de aquella monumental partitura, sonó la Sinfonía No.4 D. 417, apodada “Trágica”, de Franz Schubert, otro nombre ilustre de la ciudad. Haciendo honor al apelativo, Muti lideró una interpretación realmente dramática, vívida.

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Julia Wesely / Musikverein

El Musikverein es reconocido por mundialmente por poseer una de las mejores acústicas, y precisamente director y músicos aprovechan esta cualidad abarcando una amplia gama de rango dinámico, lo que se apreció aún más en Bruckner, comenzando por el efecto fade-in de las cuerdas con que se inicia la obra: música brotando gradualmente del silencio, para luego desarrollar contrapuntísticamente el material base con que el compositor construyó esta catedralicia sinfonía.

La Sinfónica de Viena, por su parte, honró a Schoenberg incluyendo su ‘Oda a Napoleón Bonaparte’ Op.41, para recitante, piano y cuerdas, en un concierto que iba a dirigir el ascendente Robin Ticciati, pero que por enfermarse en último momento, tuvo que asumirlo el joven director austriaco Patrick Hahn.

El actor vienés Cornelius Obonya fue el encargado de declamar el decimonónico e irónico texto de Lord Byron. Schoenberg lo utilizó en esta obra de 1942 como una alegoría de Hitler, pero pareciera resonar hoy en día frente a los afanes expansionistas de Donald Trump (“Some new Napoleon might arise, To shame the world again”).

Muy logrado el ensamblaje del recitado con las cuerdas sinfónicas y el piano, que estuvo en manos del reputado pianista ruso Kirill Gerstein. Él sería solista en la obra siguiente, el celebérrimo Concierto No.5 “Emperador” de Ludwig van Beethoven. Siendo que el acorde de la inicial de la obra es prácticamente el mismo con que cierra Schoenberg su pieza, fueron ambas tocadas de corrido, generando un hermoso efecto de continuidad.

Gerstein es un pianista de fuerza, de los que le gusta la pirotecnia en el teclado, por eso su interpretación se amolda bien a los movimientos primero y tercero, resultando el Adagio central más meramente correcto que profundo.

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Julia Wesely / Musikverein

La orquesta se lució a cabalidad en la Sinfonía No.3 del mismo Beethoven, que seguiría a continuación. Fruto de la desilusión del genio alemán con la figura de Napoleón, es una de las más joyas más perfectas del catálogo de quien precisamente descansa en el Cementerio Central de Viena, y cuya tumba es punto de peregrinación de amantes de la música, encontrando a pocos metros de su cripta, las de Schoenberg, Schubert, y también Brahms, y tantos otros.

Hahn se manejó con destreza para lograr una interpretación brillante, emocionando en los momentos épicos, de congoja (como es la Marcha Fúnebre del segundo movimiento), y deleitando en el rico material que inunda cada pasaje de esta partitura.

Ahora Viena se prepara para celebrar en grande el bicentenario de otro connacional, Johann Strauss (1825-1899), el “Rey del Vals”. De hecho, por toda la ciudad se encuentran afiches de eventos relacionados con este aniversario.

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