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VIDEO. Fue el cuarto lago más grande del mundo hasta hace pocos años y hoy es un desierto tóxico

La desviación de sus ríos para la agricultura acabó con el ecosistema y afectó la salud de millones de personas.

NASA

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Antes de la década de 1960, el Mar de Aral era el cuarto lago más grande de la Tierra, con una extensión de 68.000 km² entre Uzbekistán y Kazajstán. Sin embargo, en apenas unas décadas, el lago prácticamente desapareció, convirtiéndose en el desierto de Aralkum y dejando graves impactos ambientales y sociales en la región.

Actualmente, solo quedan 8.000 km² de agua, mientras que el resto del antiguo lecho marino es ahora una árida extensión que ha afectado la vida de 3 millones de personas que habitan en sus alrededores.

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“Es sin duda uno de los mayores desastres ambientales del mundo”, afirmó Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, publica el medio especializado ScienceAlert.

El origen del desastre: la sobreexplotación del agua

El colapso del Mar de Aral fue causado por la desviación masiva de los ríos Amu Darya y Syr Darya, que lo abastecían con agua proveniente de las montañas. Durante la era de la Unión Soviética, entre las décadas de 1960 y 1990, estos ríos fueron redirigidos para regar extensos campos de algodón, una práctica agrícola que se mantiene hasta hoy.

La irrigación masiva redujo el lago rápidamente, hasta dividirlo en dos cuerpos de agua más pequeños. A medida que el agua desaparecía, la salinidad aumentó hasta niveles superiores a los del océano, lo que destruyó la vida acuática autóctona y colapsó el ecosistema.

Las consecuencias fueron devastadoras para la economía local:

  • La pesca desapareció, dejando pueblos fantasmas con barcos oxidados en medio del desierto.
  • La calidad del aire y del agua se deterioró, afectando la salud de los habitantes.
  • La expansión del polvo tóxico contaminó cultivos y fuentes de agua potable.

Un desierto tóxico: efectos en la salud y el medio ambiente

El polvo de Aralkum no es un polvo común. Es especialmente tóxico porque contiene residuos de pesticidas y fertilizantes utilizados en la agricultura intensiva, así como desechos químicos de pruebas de armas soviéticas realizadas en la región.

Estudios han revelado que:

  • La pérdida del Mar de Aral duplicó la cantidad de polvo atmosférico en la región, pasando de 14 a 27 millones de toneladas métricas entre 1984 y 2015.
  • Las tormentas de polvo han reducido la calidad del aire hasta 800 kilómetros de distancia.
  • Se han registrado aumentos en defectos congénitos y enfermedades respiratorias en la población.
  • Las sales tóxicas destruyen cultivos a cientos de kilómetros y contaminan el agua potable.

Además, la desaparición del Mar de Aral ha acelerado el derretimiento de los glaciares cercanos, lo que agrava aún más la crisis hídrica en la región.

Esfuerzos para mitigar el daño: ¿demasiado tarde?

Gobiernos y científicos han intentado revegetar el antiguo lecho del lago para frenar la expansión del desierto y contener el polvo tóxico. Sin embargo, la extrema salinidad del suelo dificulta el crecimiento de plantas resistentes.

Organizaciones internacionales como la Unión Europea (UE) y USAID han ofrecido ayuda, pero los recursos son limitados y la recuperación completa parece inalcanzable.

Una advertencia para el mundo

Lo que ocurrió con el Mar de Aral no es un caso aislado. En diversas partes del mundo, lagos y sistemas hídricos están desapareciendo debido a la combinación de cambio climático y agricultura industrializada.

Casos similares están ocurriendo en:

  • África (el Lago Chad se ha reducido un 90% desde 1960).
  • Oriente Medio (desecación del río Tigris y el río Éufrates).
  • Estados Unidos (el Lago Mead y el Gran Lago Salado están en mínimos históricos).
  • Europa y Australia, donde las reservas de agua han disminuido drásticamente.

El Mar de Aral es una advertencia global de las consecuencias irreversibles que puede traer la sobreexplotación del agua y la falta de planificación ambiental.

“No es una tragedia lejana que el mundo pueda ignorar. Lo que ocurrió aquí puede repetirse en otros lugares”, advierten los expertos.

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