;

¿Con quién vivía realmente El Chavo del 8? Esta fue la respuesta que dio Roberto Gómez Bolaños antes de morir

“No es cierto eso de que yo vivo dentro de un barril, como han dicho algunos”, explicó el mismo personaje mexicano en un diario publicado en la década de los 90.

Revisa la seccion lo ultimo
Captura.

Captura.

Una de las series de comedia más queridas en Latinoamérica es El Chavo del 8, creada por el denominado “súper comediante” Chespirito (Roberto Gómez Bolaños).

¿La historia? Seguramente la conocen todos los que se congregaron frente a la pantalla a lo largo de los años: las peripecias de un niño pobre en el México de los 70, que vive en una vecindad llena de entrañables personajes, como Don Ramón, Quico o La Chilindrina.

Revisa también:

ADN

Eso sí, durante sus tiempo de emisión, el programa dejó más de una duda entre los espectadores. Una de ellas, directamente relacionada con el lugar en el que vive exactamente el protagonista de la serie.

Y aunque en más de una ocasión se aclaró que él habitaba la vivienda número ocho, ubicada enigmáticamente en la vecindad, nunca se precisó con detalle con quién compartía el lugar.

¿Con quién vivía El Chavo del 8? La respuesta de Roberto Gómez Bolaños

Seguramente para los arqueólogos del autodenominado “programa número uno de la televisión humorística” la respuesta ya sea conocida, pero no así para aquellos que aún no leen El Diario del Chavo del 8, una especie de precuela, y a la vez, un libro que revela detalles desconocidos sobre la vida del protagonista.

“Un día iba yo por otra calle que no conocía, cuando empezó a llover mucho. Entonces me metí a una vecindad. Y desde entonces he vivido ahí”, se lee en una parte del texto firmado por Bolaños y publicado en el año 1995.

Primero me quedé en la vivienda número 8, en la cual vivía una señora muy viejita, la cual me dijo que yo le recordaba a un nieto que ella había tenido”, se recuerda sobre los primeros días.

“A este viejita del 8 le temblaban muchísimo las manos, por lo cual no podría hacer muchas cosas. Por eso yo la ayudaba (...) Hasta que un día llegué la vivienda y me di cuenta de que ya no le temblaban las manos; y estaba toda estaba quietecita, quietecita”, explica.

“Creo que la enterraron al día siguiente”.

Acorde a la misma novela, poco después otra persona llegó a ocupar el lugar y El Chavo debió salir de ahí para siempre. “Sin embargo, como ya tenía muchos amigos en la vecindad, un día me invitaban a quedarme a dormir en una casa y otro día en otra. Y así hasta la fecha”, precisa.

No es cierto eso de que yo vivo dentro de un barril, como han dicho algunos. Lo que pasa es que me meto al barril cuando no quiero que los demás se den cuenta de que estoy llorando. Y también cuando yo no tengo ganas de ver a los demás. O cuando tengo muchas cosas que pensar”, concluye.

Contenido patrocinado

El siguiente artículo se está cargando

Escucha la radioen vivo

ADN Radio
En vivo

Tu contenido empezará después de la publicidad

Programación

Ciudades

Elige una ciudad

Compartir

URL copiada al portapapeles

Más acciones

Suscríbete

Tu contenido empezará después de la publicidad