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Hermana de Sebastián Piñera, entregó detalles sobre los últimos minutos del exmandatario: “Ese fue el minuto en que me di cuenta de que había muerto”

“Miré para un lado y vi a Bautista, miré para el otro y vi a Ignacio, pero no vi a Sebastián. Lo empecé a buscar dando vueltas en el agua, pero no había nadie más”, dijo Magdalena Piñera.

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07 de febrero de 2024/VALDIVIAFOTO:MIGUEL ANGEL BUSTOS/AGENCIAUNO

07 de febrero de 2024/VALDIVIA FOTO:MIGUEL ANGEL BUSTOS/AGENCIAUNO / MIGUEL ANGEL BUSTOS/AGENCIAUNO

Hace seis meses, el expresidente Sebastián Piñera falleció en un trágico accidente de helicóptero en Lago Ranco. En el mismo accidente, su hermana menor, Magdalena “Pichita” Piñera, sobrevivió. “Ahora tengo más presente que la vida es una y es de una fragilidad absoluta”, dijo en su primera declaración pública.

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Tuve la suerte, y eso me conforta mucho, de estar en la casa de Sebastián y Cecilia cuando fue el accidente. Yo podría haber estado en Arica, en Santiago, o en cualquier parte, pero el 16 de febrero estaba ahí. Había llegado unos días antes y habíamos estado comiendo, viendo películas, todo muy familiar”, relató en una entrevista con Revista Sábado.

Sebastián Piñera había organizado una despedida para Magdalena con motivo de su jubilación de la Fundación Futuro y luego la invitó de vacaciones al Lago Ranco. El día del accidente, según recuerda Magdalena, Sebastián la invitó a volar en helicóptero a la casa de José Cox, junto con Ignacio Guerrero y su hijo Bautista. Antes del viaje, el expresidente les dio una charla de seguridad, explicando que en caso de accidente debían soltar el cinturón de seguridad y abrir la puerta antes de que el helicóptero cayera al agua.

“Fuimos hasta allá, nos tomamos un cóctel y un juguito, y volvimos, porque la Cecilia nos esperaba para almorzar”, cuenta. Poco después ocurrió el accidente. Escuchó a su hermano decir: “¿Qué pasó?”.

El accidente en Lago Ranco

El helicóptero cayó al agua y “en un segundo el agua estaba hasta las rodillas, y al otro ya llegaba a la cintura, y después me tapó y se oscureció todo. No me acuerdo en qué momento me saqué el cinturón de seguridad, solo que traté de abrir la puerta, pero no pude. Yo siempre insisto, soy majadera, pero gracias a Dios ahí paré. Estiré la mano hacia mi compañero de asiento, que era Bautista, empujé el agua y vi que no estaba. Entonces dije: ‘La puerta está ahí’”.

Magdalena logró nadar hasta la superficie. “Gracias a Dios, yo andaba con unos pantalones y una polera muy delgados, lo que me hizo más fácil nadar. Pero cuando venía subiendo, las zapatillas me pesaban y me chupaban para abajo. Pensé en parar y sacármelas. Menos mal tomé la decisión de no hacerlo, porque me habría ahogado”.

Cuando finalmente salió del agua, Magdalena buscó a su hermano sin éxito. “Miré para un lado y vi a Bautista, miré para el otro y vi a Ignacio, pero no había Sebastián. Lo empecé a buscar dando vueltas en el agua, pero no había nadie más, no estaba. Ese fue el minuto en que me di cuenta de que había muerto. Ninguno de nosotros sabía. Cuando llegaron a buscarnos, nos subimos en silencio de la lancha y así nos quedamos”.

Al llegar a la orilla, Magdalena pidió un café con leche y rompió en llanto solo al ver el cuerpo de su hermano en la comisaría de Lago Ranco. “Uno queda alicaído, ya de seis hermanos quedamos cuatro, murió Sebastián ahora y la Lupe hace siete años de cáncer. Es fuerte, sí, pero lo importante es que uno tiene que aprender a valorar más la vida, los momentos juntos”, cerró.

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