“La competencia criminal ha dado lugar a disputas más mortíferas que implican tácticas violentas poco habituales en Chile”
Ramón Cardozo Álvarez, profesor de la Universidad Católica Monteávila y la Universidad Metropolitana en Caracas, analizó cómo el Tren de Aragua ha ido afectado a varios países de la región.
Tocorón, ubicado en el estado venezolano de Aragua, es el nombre de una cárcel poco conocida, a pesar de ser una prisión fuera de lo común. Esta cárcel era administrada por los mismos reclusos hasta que en septiembre de 2023, fue intervenida en una acción sorpresiva por 11.100 soldados venezolanos. Para ese momento el daño del abandono gubernamental de esa prisión estaba enraizado. Tocorón se había convertido a lo largo de los años en la incubadora del grupo criminal Tren de Aragua, que hoy tiene una alarmante presencia en muchos países de América Latina.
Aunque el gobierno de Venezuela festejó la intervención de esas instalaciones como su “desmantelamiento”, la incursión no implicó la incapacitación de los líderes de esta “empresa” criminal internacional, quienes anticipadamente se habían dado a la fuga.
El anuncio por parte de las autoridades colombianas a inicios de julio de 2024 de la captura de alias “Larry Changa”, a quien señalan como uno de los líderes del Tren de Aragua, no permite la conclusión de que se haya logrado la desarticulación de esta organización, con presencia en Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Brasil y Bolivia. Este líder, buscado también en Venezuela y Chile, es acusado de terrorismo, tráfico de armas, extorsión y secuestro. Sin embargo, en la jerarquía de la organización tiene casi el mismo rango que Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, considerado el jefe máximo del Tren de Aragua, quien sigue en libertad.
Sería un error considerar al Tren de Aragua una organización centralizada con una jerarquía de carácter transnacional. Es más bien su accionar como red lo que le permitió expandirse exitosamente para convertirse de un actor criminal nacional en una red criminal transnacional con liderazgos descentralizados y estructuras de amplias. Para ello, no solo recurrió a alianzas con otras agrupaciones en los países latinoamericanos, sino que se aprovechó también de los flujos masivos de migrantes que salieron de Venezuela, huyendo de las dramáticas condiciones de vida que imperaban en su patria, para buscar refugio en los países de la región, especialmente en Colombia, Perú y Chile.
El Tren de Aragua en Chile: el crimen importado
Por décadas, Chile ha sido considerado uno de los países más seguros y menos violentos de América Latina; pero en los últimos años se han incrementado sensiblemente el robo con violencia de vehículos en la vía pública, el tráfico de drogas sintéticas o el robo de cobre, todos negocios muy lucrativos. El capital que generan estos robos y negocios ilícitos ha permitido a los grupos criminales diversificar su proceso de reclutamiento y acceder más fácilmente a armas traficadas ilegalmente.
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Chile se convirtió en un nuevo escenario de operaciones y crímenes que han afectado masivamente el sentir de la seguridad en ese país sudamericano, que no había conocido antes crímenes de un nivel de brutalidad tan extrema. Las acciones policiales iniciales, con redadas y deportaciones, no dieron los resultados esperados ante las masivas corrientes de migrantes desde Venezuela, en gran parte indocumentados. Se ha manifestado una expansión de miembros de bandas de origen extranjero que se han asentado principalmente en zonas urbanas de Santiago y el norte de Chile.
Los nuevos focos de violencia resultado de la llegada de miembros del Tren de Aragua, han sido caracterizados como “criminalidad y violencia importada”. Las estrategias de control territorial que emplea esta organización, han llevado a violentos enfrentamientos con las organizaciones locales, dando lugar a guerras territoriales que recuerdan la cruenta realidad que se está viviendo a diario en México y Colombia.
Esta competencia criminal ha dado lugar a disputas más mortíferas que implican tácticas violentas poco habituales en Chile, como la extorsión, las ejecuciones extrajudiciales y los secuestros. Según Carabineros, se evidencia claramente un cambio en el comportamiento y el perfil de los delincuentes, con un uso masivo de armas de fuego y fuertes vínculos con el narcotráfico.
Los llamados “delitos importados” no deben llevar, sin embargo, a la conclusión equivocada de que son solamente los actores criminales responsables de la expansión de la violencia, también la configuración de mercados ilegales con altos niveles de diversificación son un factor importante a considerar. Estos comprenden desde los cigarrillos ilícitos, el tráfico de migrantes, la extorsión y la trata de personas, hasta el boyante mercado de drogas sintéticas de Chile, especialmente la ketamina, que en Chile se conoce popularmente como “tusi”, también llamada “cocaína rosa”.
Mientras que para el canciller venezolano el Tren de Aragua es una ficción creada por la mediática internacional”, muchos representantes policiales piden acciones conjuntas de sus instituciones a nivel internacional para contrarrestar la expansión de esta red criminal. Y aun cuando se han registrado algunos avances, es evidente que habrá que atacar también los respectivos mercados ilegales en los cuales se reproducen incesantemente los actores criminales. Por cierto, los mismos centros carcelarios, por sus condiciones criminogénicas, funcionan siempre como base para este tipo de organizaciones que logran (re)organizarse allí y dirigir sus turbios negocios desde detrás de la rejas.
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