10 años del principal festival clásico del extremo sur
El Festival Internacional de Música en la Patagonia se realizó exitosamente en Coyhaique, contando con invitados internacionales, y culminando con un concurrido concierto con obras de Mendelssohn, Beethoven y Franck.
Son escasas las instancias para escuchar música de tradición escrita, o clásica, durante febrero. Mal que mal es el mes en que los músicos se toman vacaciones, ya que muchos de ellos dependen de instituciones culturales o universidades.
Una excepción es el Festival Internacional de Música en la Patagonia (FIMP), que se llevó a cabo la semana pasada, siendo su décima versión. Un encuentro consolidado en Coyhaique, Región de Aysén. Que sirve como academia de verano para jóvenes músicos, y para presentar música de cámara de buen nivel al público local y los veraneantes que exploran aquella hermosa zona del país.
Solistas nacionales e internacionales llegaron al corazón de la Patagonia chilena para hacer clases magistrales y colaborar con los músicos seleccionados en los conciertos que se llevaron a cabo, junto a conversatorios y conferencias, en el Centro Cultural de Coyhaique.
El pianista y teórico italiano Luca Chiantore, los brasileños Viviane Bodaczny (piano) y Matías de Oliveira (cello), fueron los extranjeros convocados, junto a los nacionales Hugo Cortés (viola), Daniela Roa (violín), Ricardo Bahamondez (piano y director del festival), Ignacio González (piano), Andrés Guerrero (contrabajo), más el reconocido violinista francés avecindado en Chile, Dorian Lamotte. Una convocatoria para artistas de la ciudad fue ganada por el Dúo Entre Fiordos, conformado por la mezzosoprano Cristina Lara y el guitarrista Ian Coliman.
El gran clímax del encuentro fue la noche final, a la cual tuvo acceso ADN, ya que en su comienzo y cierre se abordaron dos obras maestras de la música de cámara. En primer lugar, Dorian Lamotte e Ignacio González unieron sus talentos para la Sonata para violín y piano (1886) de César Franck. Afloró un trabajo bien ajustado, con atención al detalle y a la lógica interna del discurso musical. Es un placer oír esta magistral obra tocada pulcramente y llena de vida.
El punto central contó con una interpretación bastante inusual. Luca Chiantore realizó una performance teatral en torno a la archi-conocida Sonata ‘Claro de Luna’ (1801) de Ludwig van Beethoven. Un recorrido que incluyó narración, e improvisación, tanto verbal como en el teclado, recordándonos que Beethoven fue un gran improvisador en su tiempo. Acaso lo más valioso de esta propuesta fue la utilización de bocetos que el compositor descartó para esta hermosa obra, dándonos luces extras de cómo fue su gestación.
El punto cúlmine llegó con el maravilloso Octeto para cuerdas (1825) de Felix Mendelssohn, escrito cuando el compositor tenía solo 16 años. Profesores y alumnos de la academia del festival se unieron bajo el nombre de Octeto FIMP, conformado por Lamotte, más Daniela Roa (violín 2), Cristian Ortiz (violín 3), Bárbara Olivares (violín 4), Hugo Cortés (viola 1), Javiera Campos (viola 2), Matías de Oliveira (cello 1) y Camila Leal (cello 2).
La labor mancomunada resultó fulgurante. Sonó como un conjunto establecido, más que como ocho músicos que se juntaban por primera vez. Uno de los fuertes de esta composición es la interacción entre las distintas voces, delineadas claramente por estos intérpretes que pusieron lo mejor de sí.
Luego, los reconocimientos, y los aplausos interminables de un público agradecido que ahora espera para la próxima temporada estival y una nueva oferta de música de cámara realizada con excelencia.
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